¿Qué es una hernia discal?
Las vértebras que forman la columna vertebral están separadas por una almohadilla denominada disco intervertebral. Su cometido es amortiguar y transmitir las cargas mecánicas de la columna otorgándole la flexibilidad que posee. Su estructura se asemeja a la de la rueda de un coche formada por el neumático, cubierta exterior, y la cámara de aire en su interior. En el caso del disco la parte externa se llama anillo fibroso, muy resistente, que contiene en su interior una masa gelatinosa denominada núcleo pulposo a modo de cámara de aire, que tiene la propiedad de absorber agua, es decir, se comporta como un cojinete hidráulico.
Cuando el anillo fibroso se rompe, el núcleo pulposo se fuga de su interior, como ocurre en un pinchazo de una rueda que deja escapar el aire de la cámara. Ese material habitualmente se escapa o hernia hacia atrás, hacia el canal donde se encuentra la médula espinal o las raíces nerviosas que nacen de ella. En el caso de la zona lumbar solamente existen raíces nerviosas, ya que la médula llega hasta la primera vértebra lumbar. Este material comprime estas estructuras o provoca su irritación química provocando dolor que se irradia hacia las zonas que inervan los nervios que se han formado de las raíces nerviosas. En zonas cervical o lumbar, hacia los brazos o piernas. Además, el disco pierde su función amortiguadora, como la rueda que se ha deshinchado, pudiendo provocar dolor local y contracturas musculares.
El objetivo de la cirugía es extirpar o disolver este material herniado para evitar la irritación de las estructuras nerviosas. En casos concretos para compensar la pérdida de su función se realizan sustituciones protésicas o fijaciones de las vértebras para evitar una inestabilidad posterior.
¿Cuándo es necesaria la cirugía en un paciente con hernia discal?
A mi juicio la cirugía está indicada bajo dos criterios:
- Cuando ha fracasado el tratamiento conservador, esencialmente médico y habitualmente mediante el reposo, terapia corticoidea y analgésica o con la asociación de la fisioterapia, quiropraxia, osteopatía u otras terapias no invasivas. También tras el fracaso de tratamientos invasivos de poca agresión como son las infiltraciones epidurales corticoanestésicas.
- Cuando los síntomas y signos exploratorios del paciente son concordantes con los datos obtenidos a través de pruebas complementarias como la radiología y sobre todo la resonancia magnética (RM) cuya capacidad diagnóstica es extremadamente fiable. En determinados casos y de modo excepcional en casos dudosos pueden ser necesarias otras pruebas como un electromiograma o una tomografía axial computorizada (TAC) esencialmente para descartar otras causas del dolor.
Se considera que un periodo de 6 semanas con dolor que no remite al tratamiento médico es ya una indicación de cirugía, aunque para otros ese periodo lo alargan hasta 12 semanas. La expresión más común de una hernia discal es un dolor irradiado por la o las raíces nerviosas hacia el brazo en zona cervical, hacia los espacios intercostales en las localizadas en zona torácica o por zona glútea, muslo o las piernas hacia el pie en zona lumbar.
Puede acompañarse de zonas de falta de sensibilidad como acorchamiento o sensación de hormigueo o pinchazos como agujas (parestesias) o falta de fuerza (paresia o parálisis). A cada raíz, le corresponde un determinado territorio (sensitivo y motor) lo que sirve al médico para orientar el diagnóstico con la exploración clínica.
Existen circunstancias especiales que modifican estos criterios como cuando el deterioro neurológico (pérdida de fuerza, sensibilidad, alteraciones de esfínteres) es rápido como en el cuadro denominado síndrome de la cola de caballo. Este se produce por una hernia discal masiva en zona lumbar que comprime todas las raíces nerviosas que nacen al final de la médula y que conducen esas funciones. Es llamativa la ausencia de sensibilidad en el periné, “en silla de montar” junto a los trastornos citados. Este caso exige una cirugía de urgencia inmediata so pena de dejar secuelas serias.
Otro ejemplo sería el dolor insoportable no controlado por el tratamiento médico o por bloqueo corticoanestésico epidural o de la propia raíz. Es preciso recordar que el dolor neurálgico es difícil de controlar. En la zona cervical y en la torácica el riesgo es aún mayor, ya que podría comprimir la médula con el riesgo de una paraplejía espástica, es decir con contracturas musculares muy intensas asociadas a la parálisis.